Ya está, operada de nuevo

    He de confesar que a la última operación he ido muy tranquila, nada de ataques de pánico, nervios excesivos o comeduras de cabeza de esas que no te dejan levantarte de la cama. Supongo que al haber pasado por todo ello antes de la anulación de diciembre, me ha dado un tregua para la cita final.

    Esta vez estoy mucho mejor, al no ser una cirugía muy invasiva la recuperación está yendo mucho mejor, me da un poco de miedo coger cosas de sitios altos y me muevo un poco raro, pero los brazos se pueden mover en completa libertad, siempre y cuando los movimientos no sean bruscos.

    Lo peor, siempre hay algo malo, en toda historia y esta no tenía por qué ser diferente, fue la operación en sí. Ya os comenté que se realizó con anestesia local. Ello consiste en suministrar pequeñas dosis de anestesia en los puntos exactos en los que se va a intervenir, de tal forma que te la inyectan directamente con una jeringuilla. ¡Que dolor! Es mejor notar sólo unos pinchazos que te atraviesan las cicatrices que todo el proceso, pero...¡joe con los pinchacitos de marras! Además en las cicatrices de los costados no hizo efecto o al menos no mucho y eso si que lo sentí pero bien, allí si que vi las estrellas, las constelaciones y varias galaxias. Lo peor es que a veces la anestesia no suele hacer nada, creedme, no soy la única a la que le ha pasado.

   Nunca había sentido un dolor como aquel, imaginaos que os tienen que quitar una cicatriz de dedo y medio de ancha y de unos 6 centímetros de larga, a pelo, sin anestesia. Bueno pues ahora multiplicarlo por 5 y tendréis lo que yo sufrí.

    Mañana voy al médico a que me mire las cicatrices y su progreso, llevo casi una semana sin ducharme, por recomendación y orden directa del cirujano, la herida no se puede mojar y el vendaje no se puede ni tocar. Pero tranquilas, que me lavo a trozos y algunas partes con toallitas, así que huelo constantemente a bebé ;-P.

    A ver si mañana me dice que todo va bien y que ya me puedo duchar que tengo una sensación de guarrilla que no os podéis ni imaginar, el lavarse a trozos no mola nada y tardas más que si te ducharas directamente.

    Bueno ya os contaré las novedades y si me apetece ya entraré en detalles de todo este proceso en otro momento.

Adiós.

Confirmación

    Me han confirmado esta tarde que la operación se va a realizar el miércoles día 9 Abril, este miércoles 26 tengo que ir a la consulta a ultimar detalles y aclarar cosas, pero parece que todo va en marcha.

Esperando

    El mes que viene me operan. O eso se supone. No estoy segura de que vaya a ocurrir tal y como se van sucediendo los días.

    Hace ya tres semanas que intenté contactar con el cirujano para que me confirmase la fecha, y la única respuesta que obtuve es que era pronto. ¡Pronto! ¿Pronto para qué? ¿Para confirmar una operación que se va a realizar en mes y medio? Pues al parecer sí.

    Desde entonces espero, espero a que él contacte conmigo y me diga: ¡Sí, operamos en abril! Pero quién sabe cuando ocurrirá eso. Ya no voy a volver a preguntar. Si llama bien, y sino, pues, he decidido no operarme. Es posible que incluso él piense que es mejor no hacerlo y no me lo quiera decir porque parezco decidida a hacerlo.

    No sé que será de mí el mes que viene, es posible que me vaya de vacaciones y siga tal y como estoy. Quien sabe.

Falsa alarma

    Ya siento haber estado ausente durante tanto tiempo pero he estado sin fuerzas.

    Se suponía que el cirujano y yo habíamos llegado a un acuerdo y la operación se realizaría el 20 de diciembre, ya que yo contaba con dos semanas libres para poder recuperarme tranquilamente. Pero surgieron varios problemas, ¡cómo no!.

     Me gustaría aclarar, que la intervención no se iba ha realizar con anestesia local, sino con sedación, que consiste en atontar al cuerpo sin dormirlo completamente. De esta forma, el o la paciente no siente ni se entera de nada y corre menor riesgo de complicaciones con respecto a la anestesia, o eso es lo que yo entendí.

    Bueno, el tema es el siguiente, era diciembre -vamos hace un par de meses- y la operación se iba acercando. Aparentemente yo estaba muy tranquila con todo asimilado y con la mente centrada en acabar de una vez con todo. Sin embargo, y para mi sorpresa, el domingo antes de la operación me percaté de que ese viernes mi vida podía dar un giro de 180º. Ahí comenzaron los nervios, las pesadillas y mi traicionera mente volvió a repasar toda mi trayectoria, ya casi profesional, por el quirófano. Puede parecer una tontería, pero no lo es, ya que ello derivó en muchos comecocos que iban calando poco a poco en mí y haciendo mella tanto en mi fortaleza como en mi estabilidad psicológica. Se me pasaron por la cabeza miles de cosas que podían salir mal, incluso la posibilidad de tener que volver a empezar todo el proceso de recuperación y mentalización de las posibles malas consecuencias. Vamos que no estaba yo muy por la labor de ser positiva en esos momentos.

    No tenía ganas de salir a la calle, me costaba levantarme de la cama todos los días y sólo quería permanecer en ella todo el día con la cabeza bajo las sábanas viendo pasar el tiempo mientras dormitaba. Fue muy duro ver cómo la operación que se supone es la última me dejaba para el arrastre antes de ni siquiera llevarse a cabo, y me planteé seriamente si de verdad quería hacerla. No llegué a ninguna conclusión válida más allá de: ME LA TENGO QUE HACER Y PUNTO, NO LE DES MÁS VUELTAS o te volverás más loca de lo que ya estás.

    El caso es que mientras mi cerebro funcionaba a más de 1000 por segundo a menos de dos días de la fecha señalada, recibí una llamada del cirujano... ¡¡SORPRESA!! ¡¡SE ANULA LA OPERACIÓN!!    ¿¿Qué?? :-S. No puede ser. Me estás vacilando. ¿Me estás diciendo que tras pasar por toda una tortura mental, sentir que no se si estoy preparada para ello y convencerme a mí misma de que sí, ahora se suspende la operación? ¿Qué ha pasado?...

    Al parecer el anestesista de confianza del cirujano contratado para la ocasión tenía algún problema familiar que requería su presencia inmediata fuera de mi comunidad autónoma, por lo que era imposible operarme. Además, la clínica en la que se iba a realizar nos otorgó (intento ser irónica) su favor al comunicar a dos días de la operación que era posible que no contasen con el personal necesario y que si surgía cualquier emergencia la operación se anularía sin casi previo aviso. Para colmo, esa misma clínica estaba a la espera de realizar un cambio en el horario de consulta de mi cirujano y éste no sabía cómo ni cuándo podría atenderme la siguiente vez.

    Como veis, todo fueron buenas noticias. Sí, buenas noticias. ¡¡Por las narices!! Creo que ese día, a pesar de decirle al cirujano que no pasaba nada, no salí de la cama. Y tampoco al día siguiente, a pesar de tener examen. Mi cabeza había dejado de funcionar e iba entrando en una espiral de depresión poco a poco más profunda. ¡¡Qué mierda!!.

    No quería que llegase el día en el que se suponía que iba a realizarse la operación. Ya no tenía fuerzas y no me veía capaz de poder enfrentarme a las llamadas de rutina que preguntarían que tal había ido todo. No podía explicar lo que había pasado. Así que mi madre, aprovechando que mi padre también había cogido vacaciones para estar conmigo, decidió que había que celebrar el día de la "No Operación". Así que toda la familia se fue a comer a un restaurante italiano que me encanta. He de confesar que esa salida me vino muy bien y consiguió sacarme de la cama, lo que era ¡todo un reto!.

    A día de hoy estoy esperando la confirmación de una nueva fecha para realizar la intervención, que espero sea en Abril.

    ¡Ah! y en vista lo afectada que me sentí por la proximidad de la operación me dí cuenta de que realmente necesito ayuda, no puedo con todo, ya no me siento fuerte, y la verdad, creo que en estos 6 o 7 años nunca he sido realmente fuerte, sino que me escondía tras un halo de normalidad y continuidad con mi vida, que al parecer ahora se ha esfumado. A sí que sí, me he abonado a un psicólogo.